Diario de un preparador (I): Los cinco temas de introducción y uno más de postre

Vengo del primer puente del curso renovado y con ganas de seguir avanzando. En esto de las oposiciones, el descanso es tan importante como el esfuerzo y el trabajo... Se respira y reflexiona, se toman nuevas fuerzas para los próximos pasos. Llega, pues, la hora de hacer un primer balance de este curso 2018-2019. 

En estas tres primeras sesiones de curso, el protagonismo lo han tenido los temas que aquí en P&A llamamos "de introducción" a la Geografía, la Historia y la Historia del arte. Es decir: 

Tema 1. La concepción del espacio geográfico. Corrientes actuales del pensamiento geográfico. 

Tema 2. Metodología del trabajo geográfico. Técnicas de trabajo.

Tema 20. El conocimiento histórico. Tiempo histórico y categorías temporales. El historiador y las fuentes. Explicación y comprensión en la historia.

Tema 21. Grandes líneas de investigación histórica en los siglos XIX y XX.

Tema 55. Teoría y función del arte. Análisis e interpretación de la obra de arte. 

A este de arte le añado desde hace un par de cursos un tema no propiamente de introducción: 

Tema 63. Las artes plásticas del Impresionismo a la Abstracción.

Y lo hago pues lo considero muy adecuado para comprender bien las grandes cuestiones que se manejan en el primero de esta pareja, en el 55: ¿Qué es la belleza del arte? ¿Qué busca el artista tras la muerte del arte?

En la primera de las sesiones, tras la obligada presentación del curso (metodología, plan de trabajo, sugerencias e instrucciones), vimos el tema 55, uno de los más interesantes del temario según creo yo. Me gusta aprovechar este tema para, además de todo lo que le es propio per se, añadir algunos contenidos y documentos sobre los estilos que el temario no incluye y que mejoran la visión que sobre el desarrollo de los estilos a lo largo de la Historia del arte debe tener el opositor bien preparado. Me refiero a la antesala del arte contemporáneo desde el neoclásico de Louis David y Antonio Canova al academicismo de Bouguereau, y proyectar una selección de obras en el aula. Los opositores que no son de Historia del arte lo agradecen siempre. Aunque no será la última vez que estos estilos aparezcan, pues ayudan mucho a dar color a los temas de Historia del siglo XIX (arte romántico, realista, orientalista, etc.) 

En la segunda sesión nos sumergimos en el apasionante mundo del arte moderno y las primeras Vanguardias, desde el Impresionismo francés (aunque no sólo) a la Abstracción... Vimos en clase no sé cuantas obras, incluidas todas aquellas del contexto español y, sobre todo, andaluz. En esta clase fue donde el curso pasado vimos a Zabaleta y que tantas alegrías nos regaló. También, para cerrar la clase, dimos los primeros pasos con la programación. Lo que llamé "Punto de partida".

Y en la tercera sesión, participamos en una carrera de fondo con los dos temas de introducción a la Geografía y los otros dos de introducción a la Historia. Son temas muy interesantes, aunque algo difíciles por ser exclusivamente teóricos. Pero son importantes ya que en ellos está la base de cada una de las dos disciplinas que conforman la mayoría del temario. Estos temas no tiene demasiadas prácticas, al menos con verdaderas posibilidades de caer en el examen, pero si vimos algunos textos geográficos e históricos y algunas cosas más (mapas, proyecciones, modelos). También le dedicamos un tiempo a la programación, cómo no... En esta ocasión trabajamos el guión y la introducción. 

Bueno, pues ya está el rodaje hecho... Ahora es cuando comienza de verdad el muro que se levanta tema tras tema y una práctica tras otra. A menudo pienso que si no sería mejor para el opositor empezar con temas más fáciles o -esto depende del gusto de cada uno- más "narrativos". Pero no, yo prefiero empezar por lo difícil para que cada uno se mida a sí mismo... 

Tras esto comienza un recorrido suave y muy hermoso: la Prehistoria y la Historia Antigua... ¡Esto ya es el cielo!

Seguimos trabajando...

El sueño del opositor

El salmo a la vida de Longfellow siempre me ayudó en el camino que uno debe recorrer... 

Levantémonos pues y hagamos

con el corazón dispuesto a todo;

sin dejar de conseguir, sin dejar de perseguir,

aprendamos a trabajar y a esperar.

Soñar, desear, planear no basta. Hay que trabajar los sueños hasta que estos se conviertan en realidad, hay que presentar batalla y atreverse a desafiar a la inercia que nos mantiene inmóviles, congelados en un presente que no nos satisface. Los sueños, tan gratificantes, sueños son; la consecución es algo muy distinto. Los sueños están hechos de dulces vapores que se escapan de nuestras manos, que viven alrededor de nuestra mente, en nuestro cómodo imaginario; la consecución es asirlos para hacerlos sin más, domarlos y moldearlos de la arcilla de la que está hecha la vida de los hombres... 

Dispuesto a todo lo bueno y a todo lo malo... La consecución sólo llega cuando se renuncia a las expectativas. Los sueños hechos realidad no son tarea exclusiva del hombre, intervienen siempre otros actores... Demasiadas veces nos empeñamos en definir hasta la exactitud los colores y medidas de lo soñado, cerrando así las puertas a otros matices que no son misión nuestra aportar a la realidad naciente. Cuando uno sueña, pide un regalo a la vida, no lo exige... Ansía recibirlo pero no lo reclama, más bien lo anhela, casi lo suplica, sin dejar de ser consciente de que uno tan sólo es el regalado y no el que acomete la acción. Uno no es el que regala. Soñar es escribir la carta a los Reyes Magos y desear con todas las fuerzas del niño inocente ser escuchado.

Y mientras el niño que aún somos espera confiado a que el regalo llegue a sus manos, no se echa uno a dormir sino, todo lo contrario, mantiene una actitud activa: no deja de alimentar su sueño, no cesa de alumbrarlo, de acunarlo, acariciándolo. Y así, pasa el tiempo y no es inusual que el soñador desespere... Sobre todo cuando la consecución está ya a la vuelta de la esquina, es entonces cuando el cansancio y la desesperanza de nosotros se apodera; en realidad, la vida nos prueba. Conviene saber que todo es cuestión de tiempo, y el tiempo sirve para cimentar la fe en uno mismo y en sus sueños. Esa es la razón de ser de la espera.

Y, ¿qué es el tiempo sino la pausa necesaria para valorar lo que somos mientras llega lo nuevo? Anhelar lo soñado como si de la salvación se tratara es afirmar que la vida presente no nos merece la pena, que no hemos sido capaces de hacer más con lo ya entregado, que el presente no es digno de ser vivido, que es como una condena... Se impone una reflexión: ¿Es merecedor de más aquel que no valora lo ya dado? El sueño sólo llega a manos agradecidas, a corazones sacrificados, a espíritus conformes, pacientes y calmados. El sueño nace de la sonrisa cálida del que sabe que será escuchado.

Esto lo aprendí yo, hace años ya, quizá demasiados, cuando era un opositor asustado. Y lo veo, aún hoy, en aquellos a los que preparo. No reclaméis nada, en realidad no lo merecéis; ese es un concepto equivocado... Todo está disponible para aquel que se atreva a soñar y abonar su sueño con el duro trabajo. Trabajar es lo que lo convierte en regalo entregado. 

La vida debiera durar tres veces más de lo acordado. Alcanzar la sabiduría que hace entenderla es ardua tarea que requiere paciencia. Aún así, soñar es lo que hace que valga la pena. 

Opositores del mundo: ¡Soñad grande y trabajad duro!